Almacemen

Una palabra como piedra para todos aquellos que ven el domingo sentados en una plaza con las piernas cerradas pensando en los castratti.
Una para los encuentros fortuitos en las tiendas de autoservicio, con mujeres divorciadas y dolores de cabeza
Otra para los gatos negros, los billetes de quinientos pesos tirados a lado de pútridas macetas de geranios.
Una más para las niñas con sueños de aviones franceses con zoológicos integrados.

Una última para conjurar el abandono de los astros y librarnos del almacemen.

Amén.

Alma-zen

pink-porcupine

Amantes eternos del descampado mental, sometidos a las más duras leyes de la indiferencia y el tiempo de las orquídeas muertas.
Rumiantes furtivos de la bruma sobre los ríos, de las sombras del polvo y los soles agónicos.
Bailarines desarticulados, con las venas desahogadas en aullidos y siempre derramados al vacío.
Helados, con gigantes altaneros que nos ven dormir todas las noches, en silencio, recostados sobre su lado izquierdo.
Y muy en el fondo, debajo de todas las faldas que cubren las piernas astilladas,
Un atado de nervios y pelusilla negra,
Un erizo bebé,
Ciego,

El Guía.