El peine de la rabia

La palabra bruta
Como el perico
Como el vértigo
Que exponga
A flor de piel
Que lacere
Látigo

Potencia del afán
Caricia en las vértebras
Soplo en la memoria

Peine de la rabia
Clara
Luz ladeada
Que Ilumine
Páramos de silencio

Que parta de tajo
Trueno
los cuerpos
Atragantados

Palabra solar
que queme mordazas

Still

A tientos
A ratos
En la penumbra
Que era casa
Que era tiempo dividido
Entre cicas y jacarandas
Aún estás en todas partes
Con los ojos asustados
Del sueño que fuimos
Colmando con patas y orejas de elefante

Howl & Hold

Un rugido
Que más que rabia sea rayo
Y rasge por completo
A las estrellas volteadas
Indiferentes
A los hombres
Que en el fondo
Guardamos la esperanza
De un destino dado
Por algo más que el vértigo

skirtless

Éramos cuatro, todos igual de jodidos, todos igual de mierdas. La primera vez fue a un pollero: lo emplumamos y lo dejamos tirado en el río, ni siquiera nos comimos los pollos, los reventamos a piedras. La segunda fue ‘la mujer de las veinte faldas’. Nadie sabía para qué usaba tantas si igual se sentaba en cualquier lugar a evacuar trozos semisólidos de caca. Le quisimos quitar todas las faldas. Jugábamos. Cuando nos dimos cuenta, la tela era costra era carne, no quedaba nada. Esa vez, recuerdo, la muerte sí nos dio algo parecido a las ñáñaras.

Huehuetéotl

Atrás de todo, al final de la gruta, lo que esconde el monte Chimborazo, allá con alas vaporosas como vestidos de tapatía; en cuclillas, con amor sólo a los pájaros y los arroyos que surcan el llano como almas de mercurio; en apariencia derrotado, con el báculo dorado, erguido, desafiando a las estrellas; los movimientos de la cabeza lentos, vaivén, asintiendo resignado; dispuesto a recibir la noche roja, en su cáliz estrellado; el dios viejo de ojos negros, (lago de ébano esmerilado, piel sin poros, con todas la lenguas escritas al revés), dejó la potencia a un lado, las palabras escritas de los árboles, los nudos del viento, la barba nublada, la historia de los ángeles caídos en la mano; después cayó de bruces, y las bestias todas perdimos la lengua . Desde entonces gritamos.

Una nueva biografía para un cuerpo viejo

Soy el hombre devastado por las esquirlas negras en los ojos; el almacén es mi vida y acostumbro curarme las heridas con calostro. Por lo demás, tengo la memoria llena de lagañas y el pasado me pesa como un gran fardo de piel en el costado izquierdo. Recorro.

El fuego de fuegos

JLE, RIP 2009


En memoria del fuego,
Amigo
Mira bien la muerte
Mantente viendo la vela
embebido

Algo que arranca hacia adentro
Retro
-trae
al confín corporal
todo el vacío que queda

Todo lo que nos separa
allende la piel
de lo que nunca seremos

En memoria del fuego
ni viento ni nada
ni sierra de Comitán
sólo la llama estéril
o la inteligencia emergente del fuego
al verte varado
en la vida nómada

(Alba
Sofía
Cena
Sola)

Fototropismo negativo
Corre,
corre de ti hacia el delirio
Legrado de lo último
que queda
adherido

Plomada

Habrás visto por última vez
la vida
un atisbo
al pasado
antes de volver al fuego
(sí sí,
como viene siendo
y será)
Purificado

En memoria del fuego,
volverás viendo de frente
a la vulva llamarada

La pira paraliza
toda pulsión
piedra
que pende debajo
de la sombra de todas las vísceras

En memoria del fuego
queda la brasa
de yuca
humeando
La puta leña verde
Cenizas, cirio de pesadez
Que hoy haga guardia el delirio

En memoria del fuego,
llevarás la palabra al bardo
de vuelta al polvo
un cuajo
verborreíco
la voz cayda

Vértigo que puja por los poros
[efluvios anales
Vampirito]
de todo lo que corroe

Y la madre del delirio
dormida
solaza
sobre una hamaca
y pesa
como una vida
completa
que se va
vaciando
con la pluma
el fuego, la muerte, la rabia