Memoria efímera del 17 de enero

Una bofetada en lo más íntimo de la intensidad perdida entre las olas que ya no veo deambular sobre tu falda de tulipanes agachados por el sol de marzo. Un testamento a las orquídeas lastimeras que, como botones en la blusa del olvido, se sientan a ver pasar todas las tardes de azul y malestar constante que producen las alcachofas limpiadas con agua de rosas.
Un balbucir silente de posibilidades anegadas en el panteón de la memoria que busca nadar a contraflujo de tu cuerpo; casi un ir y venir a los infiernos, muy poco sueño y apenas un ángulo de sol para los huesos apolillados.
En fin, el fin. Un día nefasto, nemotemi , una marejada de líquido amniótico que se roba el brillo de los ojos.
Un balbucir silente de posibilidades anegadas en el panteón de la memoria que busca nadar a contraflujo de tu cuerpo; casi un ir y venir a los infiernos, muy poco sueño y apenas un ángulo de sol para los huesos apolillados.
En fin, el fin. Un día nefasto, nemotemi , una marejada de líquido amniótico que se roba el brillo de los ojos.