Vuelve a la vulva malva

vertedero digital, ensayos de vértigo o cárcamo de aguas residuales

Wednesday, March 14, 2007

lovers rock 4ever


Sopesó por veintitrés minutos la pistola entre sus mano derecha. Apenas pudo soltarse del litigio mental entre la muerte y la vida y se inclinó, con un poco de desdén, por la primera, su íntima amiga. En el instante en que rozó con la yema amarillenta del pulgar el rostro leve y marfileño de Camila, supo que la vida es para los que están dispuestos a dejar cualquier jardín sosegado, a atreverse a atravesar, siempre más allá, al lado más prometedor.

Ella dormía. Una baba nacarada hacía de sus párpados cerrados un remanso tierno, leve y onírico. Él tenía el pulso tenso de la nicotina con alcohol, los ojos inyectados y la barba recién cortada. Ella, al fin, yacía a su entera disposición. Sedada.

De haber sido un poco menos cobarde, le hubiera disparado entre las dos cejas que, separadas por una planicie prístina, parecían el umbral de aquel jardín que jugaron y sudaron juntos, cuando adolecían de pesadez y eran casi niños.

Ella se incorporó sobresaltada por el estruendo del calibre .50 (balas inglesas) reventando el cráneo y el cerebelo del que antes fuera su alma gemela. Pese a la violenta sacudida, mantenía una ligera sonrisa en los labios: había soñado con un edificio de flan napolitano y venía saboreando la costra dulce que queda hasta abajo.

Inmediatamente pensó en la costra roja que empezaba a formarse en el borde del tapete que compraron en Jemma El Fna, los pactos de baba, el detestable olor de su nuca, el Ministerio Público, la ley, la hueva pesada y eterna de un muerto tan cerca de sus brazos.

Sopesó por dos minutos la pistola entre sus mano izquierda, y de haber sido un poco menos cobarde, le habría vaciado las cinco balas restantes en el cargador.

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